Don Pancho Bouteille

Esta historia tiene mucho que ver con la magia negra y el Diablo.

En aquel tiempo Llay-Llay era una localidad constituida por fundos grandes, pertenecientes a hombres muy acaudalados. Entre ellos estaba el protagonista de nuestra leyenda, Don Pancho Bouteille, como le llamaban todos.

No sé por qué, pero todas las personas de aquel tiempo, dicen que la fortuna creada por este señor, tiene un origen negro. A veces el sentimiento de codicia inunda nuestros corazones y por dinero hacemos cualquier cosa.

Nuestro protagonista deseaba tener mucho más dinero, así que no encontró mejor negocio que transar con el Diablo. Hicieron un pacto que le permitiría obtener todo el dinero que jamás habría visto en su vida. Pero, como es de pensar, las condiciones para obtener el dinero eran del calibre de los millones deseados.

Don Pancho Bouteille aceptaría cualquier cosa, así es que aquel pacto se llevó a cabo. La condición que puso el Diablo, fue que don Pancho Bouteille debía entregarle una guagua recién nacida a cambio de todo el dinero que deseara. El aceptó y se fue en busca de la persona que le vendería o le regalaría un recién nacido. Recorrió todos los alrededores, pero nadie le facilitaba aquella guagua. Comenzó a desesperarse, ya que pronto se cumpliría el plazo convenido y si no lo lograba, el Diablo llevaría su alma cuando muriera. Al ver que este pacto era demasiado difícil de cumplir, solicitó al Diablo otra oportunidad, por lo que decidieron efectuar un nuevo pacto. Este consistía en plantar veinte palmeras dentro de sus tierras y si lo lograba, sería dueño de mucho más dinero. Pero como el Diablo es siempre más astuto, entorpecía sus intentos y cuando apenas le faltaba una palmera para finalizar el pacto, tuvo tantos inconvenientes que rápidamente llegó el día decisivo y no pudo consumarlo. Y fue así, que cuando Don Pancho Bouteille falleció y era llevado al cementerio a la subida del camino, toda la congregación pudo darse cuenta de que el fallecido no se encontraba en su ataúd, debido a la ligereza que éste presentaba. Por lo que cuentan los habitantes de Llay-Llay éste no fue el único indicio de que esto era obra del Diablo, sino porque también en el mausoleo familiar se vieron cosas increíbles. Unas de esas fue que los adornos que tenía el mausoleo fueron destruidos. Jamás se vió a nadie hacerlo y para más sorpresa de todos, las figuras destruidas eran ángeles que custodiaban el cementerio. Y si no crees esta historia visita el cementerio de Llay-Llay y verás que aquellos ángeles fueron desterrados y sólo queda uno como muestra de que algún día existieron. Es más, las veinte palmeras plantadas en hileras todavía confirman las sospechas de todo el pueblo.